martes, 14 de mayo de 2013

Pequeña (o gran) reflexión sobre los zoos


Recientemente ha llegado a mis ojos este vídeo sobre lo que está ocurriendo en el zoo de Barcelona. Siento indignación y hastío casi a partes iguales. Cuando la crueldad y la desidia acechan en cada rincón acabas sintiendo una especie de resignación mal llevada, ira contenida... o no tanto. Sirva esta pequeña reflexión para desahogar esta tristeza que me causa no ya el mal hacer de tantos, si no más bien la indiferencia de casi todos.



"no deberían tomar las mejores decisiones para los visitantes si no para los animales"


Como a todos los niños, mis padres me llevaban al zoo. Era un día especial, ver animales, comer fuera… sin embargo hoy recuerdo esas excursiones con un sabor agridulce. Me fascinaba ver los elefantes, las jirafas, incluso los tigres que estaban al otro lado de un foso. Me quedaba viendo las jaulas hasta que me tenían que llevar a rastras. Pero había algo que fallaba, tardé años en darme cuenta de que el problema era que sobraba cemento. Todos los animales tenían jaulas o espacios demasiado pequeños, suelo de cemento, paredes de cemento o de cristal. Si había algo de vegetación era ornamental.

Recuerdo un oso que movía la cabeza de un lado a otro y conseguía con ello que los niños le tirasen comida, y un elefante que movía la trompa arriba y abajo sin parar. Un jaguar en una jaula de cristal la recorría a un lado y a otro y los gorilas y chimpancés apenas se movían. En aquel momento todo aquello me producía una ligera incomodidad, como si no me estuvieran dando toda la información. Hoy se que unos mostraban estereotipias y otros no encontraban un motivo para moverse.

Después, entré en una fase idealista. Me fascinaban todos los animales, en especial los perros, así que soñaba con animales salvajes que volvían a la selva (en mi imaginación todos provenían de alguna selva), zoos que cerraban para no volver a abrir, y me prometí a mi misma que cuando fuera independiente y pudiera compartir mi vida con un perro lo llevaría siempre suelto y le daría filetes para comer, nada de pienso.

En 2012 participamos con Alex Zane Cristiany y Juanjo Calvo González de Zoological Husbandry Behavior and Welfare Group en un taller de entrenamiento con clicker en Río Safari (Elche). Así que cuando me preguntan si es ético trabajar con clicker con animales salvajes, la respuesta no  es sencilla. La realidad es que los zoos existen y no parece que de momento se vayan a extinguir. Los animales que viven en ellos, no provienen del estado salvaje, han nacido en cautividad. Así que por mucho que nos pese, su “hábitat natural” es el zoo. Esto plantea interesantes cuestiones éticas.

La primera es que estos animales no pueden volver al estado salvaje, ya que la mayoría no han sido realmente salvajes nunca. Pero tampoco son domésticos, no podemos tratarlos como mascotas. Así que quedan en un estado intermedio, son animales no domésticos acostumbrados a vivir en un mundo de humanos. La idea de recrear un ambiente lo más parecido a su hábitat natural es por tanto un absurdo. Se puede intentar de cara al visitante, con decorados que imiten la sabana, la selva o un paisaje nevado. Pero los animales perciben mucho más que esto, no podemos reproducir los olores, los sonidos o la sensación de correr por la sabana siguiendo la pista de una presa… sensaciones que por otra parte nunca han sentido. Lo que si se puede hacer es conocer su fisiología, sus costumbres y lo que harían si vivieran en libertad e intentar cubrir sus necesidades buscando sustitutos a lo  que no puede ser.
Y ahí es donde entra el trabajo con clicker (o sin el). Como en todo, habrá buenos y malos entrenadores y buenos y malos cuidadores. Pero un buen entrenador puede mejorar notablemente la calidad de vida de un animal en cautividad.

Estos animales se han criado y han vivido toda su vida con personas, no con otros de su misma especie. A veces incluso intentar la convivencia con otros puede ser realmente estresante e incluso peligroso, no han aprendido normas ni maneras de relacionarse acorde con su especie. Así que aislarlos y mantener a la gente al otro lado de un foso o cristal no es necesariamente beneficioso para el animal. Por eso, trabajar con ellos de una manera agradable y siempre respetando al animal, les aporta el contacto social que necesitan.

Por otra parte, cualquier animal en estado salvaje dedicará gran parte de su tiempo en buscar comida. Esto implica moverse, trepar, olisquear, pensar, recordar, innovar, y después de comer descansar para recuperar fuerzas. En un zoo, la comida viene siempre a la misma hora y generalmente de la misma manera, así que pierde bastante interés y además no hay mucho que hacer en todo el día. Esto genera problemas entre los individuos, depresión, estereotipias, estrés crónico, problemas de salud, etc. Un entrenamiento adecuado de estos animales permite que tengan que esforzarse un poco para conseguir su premio (el cual, aun siendo la misma comida, gana automáticamente mucho interés), los estimula mental y físicamente y disminuye los problemas de estrés y de salud. Las estereotipias desaparecen porque hay otra actividad en la que gastar esa energía. Y no olvidemos que el clicker en particular es una herramienta muy poderosa de comunicación, permite al entrenador establecer una relación muy intensa con el animal. Y cualquier animal que siente que puede comunicarse con otro (sea perro, jirafa o persona) aumenta de manera automática su autoestima.
Finalmente, siempre que pensamos e enseñar habilidades a un animal nos viene a la cabeza un perro haciendo trucos o un animal de circo. Esto puede ser divertido, pero en el caso de un animal salvaje en cautividad puede facilitar espectacularmente su manejo y por tanto disminuir el estrés que esto causa y la probabilidad de accidentes. Enseñar a un perro a irse a su cama es fácil, de igual manera podemos enseñar a un animal salvaje a subirse a una báscula, dejarse examinar alguna parte del cuerpo (por ejemplo se enseña a los delfines a sacar la cola del agua), entrar o salir de un recinto…

Todo esto queda muy lejos de la imagen que recuerdo, los delfines y leones marinos como seres explotados que hacían el mismo espectáculo una y otra vez, el elefante que subía a los niños con la trompa para hacerse una foto… No digo que esto sea la panacea, y que todos los animales en cautividad van a ser felices y comer perdices ni mucho menos. Pero al igual que ocurre en el mundo del perro, hay gente que trabaja con y por los animales, y otros que trabajan a costa de ellos.

Nota: el trabajo de Zoological no sólo permite mejorar el manejo y la calidad de vida de los animales en cautividad, también permite a sus alumnos conocer la realidad de lo que ocurre con los animales en esta situación. Si están interesado en conocer más sobre su trabajo, ahora preparan dos nuevos cursos en Madrid y Mallorca. Por cierto, el cartel es obviamente comercial y hace énfasis en el entrenamiento con clicker. Sin embargo, lo realmente interesante del curso es lo que consiguen transmitir dos profesionales con amplia experiencia como son Juanjo y Álex sobre bienestar animal, enriquecimiento ambiental, etc. Pero bueno, clicker hacen también ;)


1 comentario:

  1. Gracias Almudena por tus palabras.

    Algún día nos daremos cuenta de que mientras que unos luchan por erradicar la cautividad animal, alguien se tendrá que preocupar por su Bienestar.

    Y para conseguirlo es imprescindible una formación adecuada de todo el entorno humano cercano a una animal....y no sólo de los considerados "salvajes"...

    Dicen que únicamente se pierde la batalla que no se lucha así que, a pesar de la incomprensión de unos y la intolerancia de otros, Alex y yo seguiremos luchando por aquello en lo que creemos.

    LA CAUTIVIDAD ES INJUSTIFICABLE, TRABAJAR POR EL BIENESTAR ANIMAL INELUDIBLE!!!

    Nuevamente agradecer tu reflexión, me confirma aquello que Hermann Hesse decía: "la práctica debería ser producto de la reflexión, no al contrario"

    Seguro que aquello que decimos defender saldría más beneficiado.

    Zoohbw



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